Elemental
Si yo fuera panteísta —me decías—
escogería venerar a los dioses domésticos,
los dioses del hogar, pequeños y sencillos,
que se esconden tras una planta del jardín,
en la corteza de un mueble de madera
o dentro de un jarrón de cerámica
que alguna vez una muchacha indígena portó sobre su cabeza
—cómo ondeaba su cintura en equilibrio, su cabello negrísimo.
Los dioses diminutos y traviesos
de la lluvia en verano o del agua cayendo desde la regadera,
la diosa de la acequia en una vieja huerta
que aún frecuenta mi infancia,
las diosas del estanque o de la alberca
—siempre hay algo divino entre las aguas—,
el dios de la puerta, el dios de las almohadas, el dios de los jabones,
el dios de las ventanas,
la turbulenta deidad de la caldera que hierve,
el dios mayor del hogar, escondido (y revelado) en el fuego.
Si yo fuera panteísta, me decías, creería en todos esos dioses.
O en la porción secreta de Dios que hay en todos los elementos
—repuse.
Y mientras conversábamos, al caer de la tarde,
miraba yo con recelo y ternura, al mismo tiempo,
ensombrecidas pero aureoladas de luz nueva,
todas las cosas de la casa.
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Elementar
se eu fosse panteísta _ dizias-me _
escolheria venerar os deuses domésticos,
os deuses do lar, pequenos e simples
que se ocultam atrás de uma planta do jardim
no forro de um móvel de madeira
ou dentro de um vaso de cerâmica
que certo dia uma indígena levava à cabeça
como a sua cintura balançava sem perder o equilíbrio, o seu cabelo negríssimo.
Os deuses pequenos e travessos
da chuva no verão ou da água caindo do regador,
A deusa da rega de uma velha horta
Que ainda frequenta a minha infância,
as deusas do tanque ou da represa
Há sempre algo de divino nas águas,
o deus da porta, o deus das almofadas, o deus dos sabões,
o deus das janelas,
a turbulenta divindade da caldeira que ferve,
o deus maior do lugar, escondido e revelado no fogo
Se eu fosse panteísta , dizias-me, acreditaria em todos esses deuses
ou na proporção secreta de Deus que há em todos os elementos
-respondi.
E enquanto conversávamos, ao cair da tarde,
olhava eu com receio e ternura, ao mesmo tempo,
todas as coisas da casa
escurecidas mas adornadas por uma nova luz.
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Gabriel Chávez Casazola (1972) Poeta, ensayista y periodista boliviano. Libros suyos están publicados en 17 países y ha sido traducido a diez idiomas: italiano, portugués, francés, inglés, rumano, griego, catalán, árabe, chino y ruso. Es autor, entre otros títulos, de El agua iluminada (2010), La mañana se llenará de jardineros (2013) y Multiplicación del sol (2018).
Se han publicado numerosas antologías de su poesía, como El pie de Eurídice (Colombia, 2014); Aviones de papel bajo la lluvia (España, 2016); Légamo y luz (México, 2017); Il canto dei cortili (Italia, 2018); La vitesse des fantômes (Francia, 2018); Persistence of tattoos (EE.UU., 2018); Entre los dos cielos (Honduras, 2022 y 2025); Hoja de Vida (Perú, 2023); Cântecul supei (Rumania, 2025); Tatuagens (Portugal, 2025) y Cámara de Niebla, con siete ediciones en distintos países, las más recientes en México (2022) y Chile (2024). Su obra reunida acaba de aparecer, con el título Cuadernos de la luz, en Ecuador (2024) y Honduras (2025).
Recibió la Medalla al Mérito Cultural de Bolivia y el Premio Editorial al Mejor Libro del Año, entre varios reconocimientos. Dirige el taller de poesía “Llamarada Verde”, así como la colección de poesía internacional “Agua Ardiente” de Plural Editores. Docente universitario de Escritura Creativa, es cofundador y curador del Encuentro Internacional de Poesía “Ciudad de los Anillos” en la ciudad boliviana de Santa Cruz, donde reside.
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