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Fragmentos de la publicación "a salto de mata" (2024)
Por Luis Leal Publicado em Espanha, Literatura, Portugal, Prosa Poética a 17 de Maio, 2024 749 palavras
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Fragmentos de la publicación “a salto de mata” de Luis Leal (2024)

[1]
Leer con la navaja es de las pocas cosas que me hacen sentir pionero en el campo de la literatura. Y no solo, es un hecho. Sin embargo, pocos son los que aún se dedican o saben que es eso de la lectura abriéndose camino con la hoja del cuchillo o con ese obsoleto objeto que es el abrecartas. Un libro, con las páginas unidas, es digno de ser conquistado por el interés del lector abriéndose camino con un filo que, a pesar de ser muy agudo, corta pero no deja cicatriz.
[2]
Cuanto más años vive, más seguro está de dónde ha venido. Pero, con frecuencia, insiste en olvidarse para que pueda irse en vez de venir.
[3]
Los números romanos, después de tanto tiempo reducidos a numerar capítulos y a ordenar siglos, han decidido cerrar filas y recuperar el imperio caído.
[4]
La espontaneidad es la honestidad de los artistas. La suerte de quien se merece su arte en forma de generosidad.
[5]
«Con los años, reconocemos la felicidad de tener raíces», lee en un manga de Jiro Taniguchi y se acuerda de que tiene que ir a regar.
[6]
Escribir es una necesidad ante la cual nos postramos como seres jorobados que somos.
[7]
¿Vale más defender una idea en voz alta y clara o vivirla coherente en silencio?
[8]

El héroe discreto solo se ve por la mirada de quien no tiene interés por la inmortalidad.
[9]
La juventud no es sinónimo perfecto de inexperiencia, ni la edad tiene por qué estar cargada de sabiduría.
[10]
Si tienes que competir con alguien, compite contigo mismo. Siempre serás el mejor de los dos. El de antes superado por el de después.

[11]
Perder el entusiasmo: dejar escapar el Dios que se lleva dentro.
[12]
Todo es breve, «Breve el día, breve el año, breve todo. No tarda nada en que seamos.». Ser como Ricardo Reis. Imposible, no se puede estudiar latín en poco tiempo.
[13]
La vida encerrada entre cuatro paredes, sin rendijas de luz, tiende a podrirse.
[14]
Cuando es imposible cambiar, aceptar ese hecho es el paso que nos lleva al movimiento, a pesar de esa constante sensación de inmovilismo. La quietud también avanza.
[15]
¿Debemos prestar más atención al valor del sello o a la calidad de quien nos envía la carta?

[16]
En un horizonte de repetición vive el amor. Sin embargo, insistimos en vislumbrarlo en un horizonte de rutina.

[17]
Entre la mina del lápiz y la memoria que se oscurece, opta por la primera. Quizás todavía puedas anotar.
[18]
Quién busca respuestas definitivas se encontrará con un dominó de dudas.
[19]
No es idílico, pero conocer sus armas es una de las maneras de que sepas defenderte de un enemigo. Saber cómo usarlas ayuda a neutralizarlas. No confundas inteligencia con violencia.
[20]
El mundo, tan publicado como está, oculta delante de nuestros ojos su lado más bello, el lado inédito.
[21]
En la ausencia de miedo es
cómo la felicidad
sobrevive al hombre.
[22]
No confundas ambición con fuerza de voluntad. La primera no suele tener compasión, mientras que la segunda no renuncia, jamás, a la contemplación.
[23]
Aunque transformado, el ego siempre estará ahí hasta que se disuelva en el final de sus días. Al contrario del alma, el ego se significará más, tanto por evidente, como por ausente.
[24]
La imposibilidad de la palabra no es silencio.
[25]
Si las sombras se ciernen sobre tu pensamiento, aceptalas y utiliza su oscuridad para tomar distancia de ti mismo. La luminosidad del paisaje solo se representa bella si somos capaces de ver sus detalles, de evadirnos en sus contrastes.
[26]
El jardín quiere que lo cuides y lo contemples. Sin embargo, el campo solo quiere que estés abierto para él.
[27]
Despierta a lo normal y estarás con los ojos bien abiertos para lo extraordinario.
[28]
Una voz sólo es real cuando los oídos comprueban su existencia, hasta entonces hay tan sólo vibración en el aire, un timbre sordo que no se escapa del silencio.
[29]
El saber no es tradición ni inovación, es pura atención.
[30]
«Hazte conocer por los gestos de todos los días; incluso los gestos neutros, incluso los inútiles», me dice Fernando (Assis Pacheco). Se lo agradezco.

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