menu Menu
Poesia Hispânica traduzida por Nuno Júdice
Por Javier Alvarado Publicado em Literatura, Panamá, Poesia a 3 de Junho, 2021 2886 palavras
Hannah Arendt: Humanidade (Ensaio) Anterior Inéditos de Tomás Sottomayor Seguinte

ARS POÉTICA O LA CAZA DE LOS COCUYOS

Queda una hoja de papel no en blanco
donde está anocheciendo
donde goteaba luceros una noche
José Carlos Becerra

Estábamos mi padre, mi madre y yo -auscultando-el sortilegio negro de los árboles
Intercambiando las siluetas
De una luna que no aparece
Y que no duerme

Con el asombro de Matsuo Basho de imaginársela o escribirla en un haiku
Para inventar la ceremonia perenne de la luz.

De repente, vimos en medio de los herbazales
El vuelo refulgente de los cocuyos. Mis padres volvieron a ser niños
Imaginando el corretear por los campos y así recolectar los insectos
Que cargaban en sus lomos las estrellas redondas de un éxtasis súbito,
E imaginar cómo ha de alumbrarse el cielo en una habitación
Con un leve puñado de azúcar dentro de una cajetilla de fósforos
Para connotar el sueño de otros que ya duermen, que no duermen
Y sortean el azar de los vivos y los muertos
En esa caminata por las tinieblas,
En una ronda de ronquidos y preguntas.

Mi padre, el más ansioso de los tres, ruega por el recorrido del cocuyo
Que se dispone a trazar su ruta cerca de nuestras sombras
Y enseguida con su sombrero
Atrapa al bichito pidiéndole a Dios para que irradie siempre la casa
Y nuestras existencias tan paganas como un cabo de vela.

Enseguida rememora la celda en la cajita de fósforos,
¿Para que lo hacíamos? ¿para que detener el rumbo de aquellos astros
Que son la única plegaria del celaje nocturno? me dice
Y lo sostiene en su mano como un satélite
Y enseguida como una antorcha pasada de una generación a otra,
Me explica otra vez el ritual del encierro con la sacarosa y lo coloca entre mis dedos Esperando que cumpla con la tradición de infancia;
Pero sólo se me ocurrió
Dejar escapar al cocuyo
Y que me dejara entre los dedos algo de esa iridiscencia para escribir un poema,
Para hacer de mi noche más noche, para hacer de la luz más luz
Y así lo deje ir sobre la penumbra seguro de que el cocuyo no deseaba el almíbar
Sino el acto de libertad de un lirida con la naturaleza
Heredando claridad a las futuras metáforas,
Sabiéndose confiado de las palabras que ha de verter hacia la noche de una página
La mano encendida de un poeta.

***

 

ARS POÉTICA OU A CAÇA DOS PIRILAMPOS

Fica uma folha de papel não em branco
onde está a anoitecer
de onde gotejavam estrelas uma noite
José Carlos Becerra

Estávamos meu pai, minha mãe e eu – auscultando – o sortilégio negro das árvores
Intercambiando as silhuetas
De uma lua que não aparece
E que não dorme
Com o assombro de Matsuo Basho em imaginá-la ou escrevê-la num haiku
Para inventar a cerimónia perene da luz.

De repente, vimos no meio das ervas
O voo refulgente dos pirilampos. Os meus pais voltaram a ser crianças
Imaginando o calcorrear pelos campos e assim apanhar os insectos
Que carregavam às suas costas as estrelas redondas de um êxtase súbito,
E imaginar como se há-de iluminar o céu numa casa
Com um leve punhado de açúcar dentro de uma caixinha de fósforos
Para conotar o sonho de outros que já dormem, que não dormem
E sorteiam a sorte dos vivos e dos mortos
Nessa caminhada pelas trevas.
Numa ronda de roncos e perguntas.

Meu pai, o mais ansioso dos três, reza pelo percurso do pirilampo
Que se dispõe a traçar o seu rimo perto das nossas sombras
E de seguida com o chapéu
Apanha o bichinho pedindo a Deus que ilumine sempre a casa
E as nossas existências tão pagãs como um coto de vela.

Em seguida rememora a cela na caixinha de fósforos,
Para que o fazíamos? para quê deter o rumo daqueles astros
Que são a única prece da atmosfera nocturna? diz-me
E sustém-no na mão como um satélite
E de seguida como uma tocha passada de uma geração a outra.
Explica-me outra vez o ritual do fecho com a sacarose e coloca-o entre os meus dedos
Esperando que cumpra a tradição da infância;
Mas só me ocorreu
Deixar escapar o pirilampo
E que me deixasse entre os dedos algo dessa iridescência para escrever um poema,
Para fazer da minha noite mais noite, para fazer da luz mais luz
E assim o deixei ir sobre a penumbra certo de que o pirilampo não desejava a calda
Mas antes o acto de liberdade de um meteoro com a natureza
Em herança de claridade para as futuras metáforas,
Sabendo-se confiado das palavras que há-de verter para a noite de uma página
A mão acesa de um poeta.

Tradução de Nuno Júdice


 

HERBERTO HELDER

No sé cómo decirte que mi voz te busca
H.H.

No sé cómo decirte que mi corazón te busca
Que mis manos van hasta Cascaes para tomar una paloma
Y liberarla en medio de los campos de centeno;
Liberar un animal
Es plantar en la tierra
Otra agonía: la de la salvación. Pero aquí voy,
Con mi cabeza de paz, vitoreando a Marte,
Con esa cabeza de vaca entre el pecho y la espalda
Y la orquesta vegetal entre ruinas, ahora que el pastor deja
Sus cabras para el holocausto y bebe de su bota
Un límpido de leche y se entrega a la patria del bufido
Cuando entra en escena ese viejo actor a escena
Y el director le pide que recite el mismo parlamento shakesperiano,
El de la muerte sola.

Yo no sé cómo decirte sin que me lo diga la cigarra
Que he venido hasta Cascaes para tocar tu corazón
Limpio como la madera, ¡oídme, la madera!, esa oscura mancha del huevo
Incrustado en el tronco con una ternura ocre, oscura
Como el vuelo de un cuervo a punto de ser elegía
Sin que el sol lo señalase.

Yo no sé cómo decirte lo que dice la cigarra,
Emprendiendo el camino hacia Cascaes.
Paisaje antiguo que se va, que nunca vuelve,
Mar entrando en un solsticio, en un protocolar de hierba.
El sol es otra cosa que se desvanece como los cantos de un niño
Que ve amamantar a su madre a otro crío y no lo comprende
Donde la metamorfosis en hombre, es otro proceso fugaz, quizás más lento.
Cada cosa vuelve a su mineral, a su gota primigenia con su estirpe;
El bulbo espacial que nos habita, cuando somos deudos,
Cuando el mar estalla en nuestra nuca y un alga se va encadenando
En nuestra boca, es decir labios, glotis, laringe, faringe, lengua
Una estrella vomitada, la esvástica que se instala
En la garganta y no da suspensión, ni tregua, ni licencia.

Yo no sé cómo decirte que te has muerto.
No sé cómo decirte que ya tus amigos no vendrán a dejarte provisiones
Ni te dejarán cartas y recados debajo de la puerta,
Porque la depresión ya no ejerce su dominio, su lanzadera
Que planifica el deterioro; ese vahído del espejo que nos seduce a diario,
La supernova que regirá las mareas
Cuando la casa tiemble, allá por los caminos de Lisboa
Y el sombrero de Fernando y sus heterónimos salgan a encontrarte,
Te tocarán el hombro y te cuestionarán por qué esa alergia
Y esa negativa ante los premios, pero reirás y será toda tuya
La otra vendimia que han recolectado los hombres en tiempos de pureza.

Yo no sé cómo decirte que hay una mujer que te espera
Como un poema continuo, como una alabanza corpórea
De la mujer al hombre, del hombre a la mujer,
Esa mujer con sus labios bendecidos por el centeno,
Con sus senos traspasados por gaviotas, por sus ojos llenos de barcos.
Llegamos tarde desde Centroamérica a ese país demorado y remoto,
Hasta ese anciano poeta, ahora ya inexistente.
Yo no sé cómo decirte, Herberto, que me he vuelto
A tu voz y a tu música para oírte como una flauta
Llena de guijarros, piedras, esas que edifican paredes y se hacen mujeres
Y moradas al unísono. Respiramos las luces filiales.
Déjala a tu muerte. No venimos a vivir, llegamos para inquietar con la belleza.

***

 

HERBERTO HELDER

Não sei como dizer-te que a minha voz te procura
H. H.

Não sei como dizer-te que o meu coração te procura
Que minhas mãos vão até Cascais para apanhar uma pomba
E libertá-la no meio dos campos de centeio;
Libertar um animal
É plantar na terra
Outra agonia; a da salvação. Mas aqui vou,
Com minha cabeça de paz, vitoriando Marte,
Com essa cabeça de vaca entre o peito e as costas
E a orquestra vegetal entre ruínas, agora que o pastor deixa
As suas cabras para o holocausto e bebe da sua bota
Um límpido de leite e se entrega à pátria do bafejo
Quando entra em cena esse velho actor a cena
E o director lhe pede que recite o mesmo parlamento shakespeariano,
o da morte só.

Eu não sei como dizer-te sem que mo diga a cigarra
Que vim até Cascais para tocar o teu coração
Limpo como a madeira, ouvi, a madeira! essa obscura mancha do ovo
Incrustado no tronco com uma ternura ocre, obscura
Como o voo de um corvo a ponto de ser elegia
Sem que o sol o assinalasse.
Eu não sei como dizer-te o que diz a cigarra,
Empreendendo o caminho para Cascais,
Paisagem antiga que se vai, que nunca volta,
Mar entrando num solstício, num protocolar de erva.
O sol é outra coisa que se desvanece como os cantos de uma criança
Que vê amamentar sua mãe a outro filho e não o compreende
De onde a metamorfose em homem, é outro processo fugaz, talvez mais lento.
Cada coisa volta ao seu mineral, à sua gota primigénia com sua estirpe;
O bolbo espacial que nos habita, quando somos deudos
Quando o mar rebenta na nossa nuca e uma alga se vai encadeando
Na nossa boca, quer dizer lábios, glote, laringe, faringe, língua
Uma estrela vomitada, a suástica que se instala
Na garganta e não dá suspensão, nem trégua, nem licença.

Eu não sei como dizer-te que morreste.
Não sei como dizer-te que já teus amigos não virão deixar-te provisões
Nem te deixarão cartas e recados debaixo da porta,
Porque a depressão já não exerce o seu domínio, a carregadora
Que planifica a deterioração; esse desmaio do espelho que nos seduz diariamente,
A supernova que governará as marés
Quando a casa treme, além pelos caminhos de Lisboa
E o chapéu de chuva de Fernando e seus heterónimos saem para te encontrar,
Bater-te-ão no ombro e perguntar-te-ão porquê essa alergia
E essa negativa perante os prémios, mas rir-te-ás e será toda tua
A outra vindima que colheram os homens em tempos de pureza.

Não sei como dizer-te que há uma mulher que te espera
Como um poema contínuo, como um louvor corpóreo
Da mulher ao homem, do homem à mulher,
Essa mulher com seus lábios benzidos pelo centeio,
Com os seus seios trespassados por gaivotas, pelos seus olhos cheios de barcos,
Chegamos tarde a partir da América Central a esse país demorado e remoto,
Até esse antigo poeta, agora já inexistente.
Não sei como dizer-te, Herberto, que voltei
à tua voz e à tua música para ouvir-te como uma flauta
Cheia de seixos, pedras, essas que edificam paredes e se fazem mulheres
E moradas em uníssono. Respiramos as luzes filiais.
Deixa a tua morte. Não viemos para viver, chegamos para inquietar com a beleza.

Tradução de Nuno Júdice


 

PANAMÁ, YA SEA EN EL PACÍFICO O EN EL ATLÁNTICO

Panamá en esta calle y en este tiempo que nos falta,
Antes de mis días y mis noches
(Y del poema) fluctuando entre los lirios como el agua,
Con sus gruesas murallas y sus edificios
Que le dan color de tacto a los espejos,
A las criaturas del mar que se advienen a mi fondo,
A mi lámpara de niño y a mi mano afiebrada de poeta.

Nunca antes por siglos volví a ver el mismo día
En que abrí los ojos tanteando la tierra
Y el polvo del lugar donde ocurrió mi nacimiento,
Donde me convertía en talingo y en estatua
Con peces de aire entrando por el mármol.

Panamá fue una musa entrando
-vena a vena-
Un arcoíris en la boca,
El tamaño de una brújula en el eros y en la gnosis.
Una ciudad en mi piel, como algo corpóreo
Como la música en una temporada de lluvia
O como un tamborito en una oleada de calor.

Siempre llego a ella aunque por otros caminos vaya
Dejando fuego, dejando amor, coloquios,
Algo de poesía. Mi talón siempre regresa al milagro
De su musgo, a sus piedras temerarias,
A su selva donde nunca he ido, donde nunca vuelvo,
Donde respiro la verdad del mundo
Ensalinada al borde de sus playas.

¿A dónde dejar el muro, el trapecio
Y las marcas de la reniñez como una mariposa en el sombrero,
El desnudo campo
Por donde persigo duendes y espejismos de luciérnaga,
Imágenes de Dios o de un caballo que atesora
Las caminatas imaginadas por el tucán en la tormenta?

Panamá
En el Pacifico, en el Atlántico,
¿En dónde está?, ¿en dónde estuvo?,
¿En dónde me encuentra el mar con su Canal
Y su memorial dolido? Panamá la que siempre
Encuentro aunque por otros caminos vaya
Donde silbo a las criaturas que se advienen a mi fondo,
Con mi lámpara de niño y mi mano afiebrada de poeta.

***

 

PANAMÁ QUER SEJA NO PACÍFICO QUER NO ATLÂNTICO

Panamá nesta rua e neste tempo que nos falta,
Antes de meus dias e minhas noites
(E do poema) flutuando entre os lírios como a água,
Com suas espessas muralhas e seus edifícios
Que lhe dão cor de tacto aos espelhos,
Às criaturas do mar que chegam ao meu fundo,
à minha lâmpada de criança e à minha mão febril de poeta.

Nunca antes por séculos voltei a ver o mesmo dia
Em que abri os olhos tacteando a terra
E o pó do lugar onde ocorreu o meu nascimento,
Onde me convertia em nó e em estátua
Com peixes de ar entrando pelo mármore.

Panamá foi uma musa entrando
– veia a veia –
Um arco-íris na boca,
O tamanho de uma bússola no eros e na gnose.
Uma cidade na minha pele, como algo corpóreo
Como a música numa temporada de chuva
Ou como um tamboril numa vaga de calor.

Sempre chego a ela embora por outros caminhos vá
Deixando fogo, deixando amor, conversas,
Algo de poesia. Meu calcanhar sempre regressa ao milagre
De seu musgo, a suas pedras temerárias,
à sua selva onde nunca fui, de onde nunca volto,
Onde respiro a verdade do mundo
Salinizada na margem das suas praias.

Onde deixar o muro, o trapézio
E as marcas de nova meninice como uma borboleta no chapéu,
O campo nu
Por onde persigo duendes e reflexos de pirilampo,
Imagens de Deus ou de um cavalo que entesoura
As caminhadas imaginadas pelo tucano na tormenta?

Panamá
No Pacífico, ou no Atlântico,
Onde está? onde esteve?
Onde me encontra o mar com o seu Canal
E o seu memorial dorido? Panamá a que sempre
Encontro embora por outros caminhos vá
Onde assobio às criaturas que chegam ao meu fundo,
Com minha lâmpada de criança e minha mão febril de poeta.

 

Tradução de Nuno Júdice

 

 


 

Javier Alvarado-Poeta nacido en Panamá en 1982. Premio Nacional de Poesía Joven Gustavo Batista Cedeño 2000,2004, 2007 y 2014; Premio Pablo Neruda 2004, Premio Stella Sierra 2007, Mención Casa de las Américas 2010, Premio Internacional de Poesía Rubén Darío de Nicaragua, Premio Internacional de Poesia Nicolás Guillén. En 2014 un jurado compuesto por los poetas Antonio Gamoneda de España, Rodolfo Hinostroza de Perú y Julio Pazos Barrera de Ecuador le otorgaron el Premio Medardo Ángel Silva en Guayaquil, Ecuador por su libro Carta Natal al País de los Locos. Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador 2017, Premio Hispanoamericano de Poesía de Quetzaltenango, Guatemala, 2018. Cuenta con 18 poemarios y tres antologías.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Anterior Seguinte

keyboard_arrow_up